De la filosofía escéptica a Kuhn y a la epistemología recursiva
Presentación de este artículo
Hace
unos 15 años estuve haciendo cursos de doctorado en Filosofía, en un programa
(“Entre ciencia y filosofía”) que me atrajo mucho y en el que llegué a asistir
a un curso sobre ¡¡‘Física Cuántica’!! (“Lenguaje, física y realidad” Prof.:
Dra. Ana Rioja), para discutir las implicaciones filosóficas de la misma.
Este trabajo
que hice entonces no tiene que ver con la física cuántica (aunque está muy
involucrado en él el concepto de campo a través de la epistemología recursiva
de Keeney), pero lo considero muy significativo de mi pensamiento, de mi
búsqueda de respuestas e integraciones más allá de lo obvio y consensuado.
El
‘lenguaje florido’ que empleo en este escrito es el que se estila en filosofía
y no era para menos que me adaptara al lugar donde me encontraba. Bien es verdad que hasta cierto punto, pues mi
amigo José Luis S. Miguel de Pablos, que estuvo conmigo haciendo su propio
doctorado en el mismo programa, me dijo que, dado la ‘guerra’ que les
di, un año después se seguía hablando de mí en el curso de Física Cuántica.
Este trabajo es importante para mí y
espero continuar en él algún día para hacerlo más adecuado a un contexto
psicológico. En él se describe un ‘mecanismo’ a través del cual podemos
trascender los opuestos y, sobre todo, nuestra adhesión a uno de los polos de
esos opuestos. Estoy muy interesado en este tema de la trascendencia e
integración de los opuestos y la mayoría de mis artículos lo tratan de una u
otra manera. Se pueden encontrar varios de ellos en la página: http://gestaltnet.net
De
momento lo coloco aquí pues estimo que habré de hacer citas a él en algún
momento.
De la filosofía escéptica a Kuhn
y a la epistemología cibernética
Sinesio Madrona Rodenas
1998
Universidad Complutense de
Madrid
Facultad de Filosofía
Programa de doctorado:
“Entre ciencia y filosofía”
Curso: “Axiología de la ciencia”
Prof.: Dr. Javier Echevarría
De
la filosofía escéptica a Kuhn y a la epistemología cibernética
Sinesio Madrona Rodenas
Introducción
Sexto Empírico (1993) en sus Esbozos pirrónicos nos
deja bien clara cuál es la actitud de la filosofía escéptica ante la realidad.
Kuhn (1971, 1982) en sus estudios de historia de la ciencia parte de una
actitud que podemos calificar de escéptica, pero la perspectiva histórica añade
a sus estudios un punto del que carece la filosofía de Empírico y es la
contemplación de cómo a lo largo de la historia distintas posturas
contrapuestas pueden sucederse en la interpretación de la realidad. Esta
perspectiva la podemos llevar a la estructura de la realidad tal como es vista
por la epistemología cibernética (Keeney, 1994) añadiendo de esta manera un
nuevo elemento de reflexión a la filosofía escéptica que implica un paso más
allá de la ataraxia y de la epoje[1]
(tal como parece entenderla S. Empírico), pues no se limita a contemplar la
realidad y a suspender el juicio sobre la misma, si no que estudiando los
procesos que tienen lugar en la dialéctica entre posturas contrarias llega a
elucidar una dinámica en los mismos que es el objeto de estudio de la teoría
del conocimiento que nos propone Keeney.
Sexto Empírico
Tal
como S. Empírico declara: «...el escepticismo es la capacidad de establecer
antítesis en los fenómenos y en las consideraciones teóricas, según cualquiera
de los tropos; gracias a la cual nos
encaminamos –en virtud de la equivalencia entre las cosas y proposiciones
contrapuestas– primero hacia la suspensión de juicio y después hacia la
ataraxia.»[2]
Los tropos son
«métodos estándar para buscar contradicciones.»[3]
que nos conducen a través de un razonamiento en el que se exponen,
enumerándolas las más de las veces, las distintas naturalezas, circunstancias o
capacidades tanto animales como humanas; tanto sensoriales como intelectivas a
las subsiguientes conclusiones en las que se especifica que si sobre un mismo
objeto, circunstancia, sensación etc. se pueden emitir diferentes valoraciones,
opiniones o juicios, no se puede afirmar nada cierto sobre los mismos como hacen los dogmáticos y de ello se
deriva necesariamente la suspensión del juicio (epoje).
La
estructura básica del razonamiento del tropo
podría especificarse de la siguiente manera:
si sobre A se puede decir B o C; siendo B y C opuestos, contradictorios
o desemejantes
se sigue que no se puede saber la verdadera naturaleza de A
lo que da como consecuencia la suspensión del juicio (epoje) sobre A
Las
diferentes modalidades de tropos se
reducen a uno que S. Empírico considera esencial y básico en la orientación
escéptica, y «...es el de “a partir del con
relación a algo”; según el cual razonamos que, como todas las cosas son con relación a algo, mantendremos en
suspenso el juicio sobre el qué son absoluta y objetivamente.»[4]
Thomas S. Kuhn
El
planteamiento de Kuhn lo podemos calificar como de inicialmente escéptico tal como se desprende de algunas
afirmaciones al respecto de sus estudios de historia y filosofía de la ciencia.
Ya en la introducción de su libro La
estructura de las revoluciones científicas (1971) aparece la primera
afirmación que sugiere un asombro escéptico
«...ante el número y el alcance de los desacuerdos patentes entre los
científicos sociales, sobre la naturaleza de los problemas y métodos
científicos aceptados.»[5]
En páginas subsiguientes podemos encontrar diversos textos que aluden al mismo
planteamiento:
«... la insuficiencia de las directrices metodológicas,
para dictar, por sí mismas, una conclusión substantiva única a muchos tipos de preguntas científicas.
[...hará que] las conclusiones particulares a que llegue [un hombre sin
conocimientos específicos en un campo] estarán determinadas, probablemente, por
su experiencia anterior en otros campos, por los accidentes de su investigación
y por su propia preparación individual»[6]
(el subrayado es mío).
Este
texto nos recuerda la orientación general del argumento de los tropos de Empírico en los que el esquema
básico es ver cómo distintas circunstancias o atribuciones sensoriales o
mentales hacen que el juicio varíe de una
persona a otra, como por ejemplo el quinto tropo
cuando dice: «...todos los fenómenos son observados en
algún lugar, desde alguna distancia, y en alguna posición, cada una de las
cuales cosas produce gran diversidad en lo referente a las representaciones
mentales,»[7].
El más específicamente aplicable a este texto de Kuhn sería el noveno tropo en el que Empírico atribuye
distintas respuestas del ser humano según esté acostumbrado o no a diversos
fenómenos naturales. Este tropo podríamos rebautizarlo como el tropo del hábito, y podríamos decir,
imitando a Empírico, que según sean las cosas a las que esté habituado el ser
humano su respuesta será diferente ante una misma circunstancia. Así pues las
circunstancias de «su experiencia
anterior» y «su propia preparación
individual» podíamos tomarlas
como razones para discernir un hábito adquirido, diferente para cada persona. Al significado de «por los accidentes de su investigación» podrían aplicársele varios de los tropos que S. Empírico nos describe y razona en el apartado De los diez tropos[8],
dependiendo de qué tipo de ‘accidentes’ tomemos en consideración. Continuamos
con otros textos de Kuhn donde podemos encontrar expresiones que nos aclaran su
postura filosófica:
«...las
primeras etapas de desarrollo de la mayoría de las ciencias se han
caracterizado por una competencia continua entre una serie de concepciones
distintas de la naturaleza, ...»[9]
«Cuando
los científicos deben elegir entre teorías rivales, dos hombres comprometidos
por entero con la misma lista de criterios de elección pueden llegar a pesar de
ello a conclusiones diferentes. Quizá interpreten de modos distintos la
simplicidad o tengan convicciones distintas sobre la amplitud de los campos
dentro de los cuales debe ser satisfecho el criterio de coherencia. [...]
Esto es deben tratarse las características que varían de un científico a
otro...»[10]
«Algunos
científicos valoran en más que otros la originalidad [...] otros prefieren
teorías amplias y unificadas, a soluciones de problemas precisos y
detallados,...»[11]
Podemos
encontrar paralelismos entre esta descripción de la realidad de la práctica
científica que hace Kuhn y las exposiciones de los distintos modos de
aprehender las cosas que hace Empírico, por ejemplo:
«...podré
decir cómo se me manifiesta a mí cada uno de los objetos, pero [...] tendré que
abstenerme de decir cómo es en realidad»[12]
«...las
cosas mueven el ánimo de modo diferente según los distintos hombres,»[13]
«Así
pues, habiendo tal disparidad también en cuanto a las disposiciones y otras en
otra, seguramente es fácil decir cómo se muestra a cada cual cada uno de los
objetos, pero no cómo es, puesto que esa disparidad es indecible. [...] Y si
enjuicia las representaciones mentales estando en alguna disposición, será
parte en la discusión»[14]
«serán indecibles las diferentes representaciones
mentales surgidas según las diversas disposiciones»[15]
La comparación entre el pensamiento
de S. Empírico y T. S. Kuhn hace surgir una disparidad evidente. Una de las
derivaciones del pensamiento de Sexto Empírico en la obra mencionada en este
trabajo, es que niega la realidad objetiva, tan cara al pensamiento científico,
pues continuamente afirma que no podemos decir cómo son las cosas si no cómo
nos aparecen debidas a la constitución (primer tropo, p.72; segundo tropo, p.
81) a las diferentes capacidades de representación mental (primer tropo, p.
77), a las diferencias de los sentidos (tercer tropo, p. 84), a las
disposiciones y estados de ánimo (cuarto tropo, p. 87 y 89), a la
posición relativa en el espacio (quinto tropo, p.91), a las interferencias
recibidas por los sentidos (sexto tropo, p. 92), a la diferente presentación de
los objetos observados (séptimo tropo, p. 93 y 94), a las diferentes relaciones
entre los objetos (octavo tropo, p. 96), a los hábitos adquiridos (noveno
tropo, p. 97) y a las costumbres o creencias (décimo tropo, p. 102). No es este
el caso de Kuhn pues explícitamente en el artículo mencionado arriba afirma:
«El punto que estoy tratando es el de que toda elección
individual entre teorías rivales depende de una mezcla de factores
objetivos y subjetivos, o de criterios compartidos y criterios individuales.
Como esos últimos no han figurado en la filosofía de la ciencia, mi insistencia
en ellos ha hecho que mis críticos no vean mi creencia en los factores
objetivos.»[16] (el
subrayado es mío).
Esta diferente disposición de Empírico y Kuhn respecto a
la posibilidad de representar objetivamente el mundo exterior, hace que
nos hagamos esta reflexión: tanto Empírico como Kuhn nos hablan de la
subjetividad de las percepciones, representaciones mentales y criterios de
elección de los hombres, pero mientras que a Empírico esto le lleva a negar la
posibilidad de una representación objetiva del mundo, Kuhn se circunscribe al
estudio de los valores como punto fundamental a tener en cuenta a la hora de
evaluar la pretendida ‘objetividad pura’ que otros científicos y filósofos de
la ciencia afirman como incuestionable. Kuhn
afirma que es necesario tener en cuenta los distintos modos de cómo la
subjetividad humana se implica en los criterios objetivos de
representación de la realidad, en particular en el texto consultado al
respecto: Objetividad, juicios de valor y
elección de teoría (Kuhn, 1977).
Otro
punto en el que este paralelismo entre las posturas de Empírico y Kuhn tiene
una diferencia, a mi modo de ver, es en la descripción que hace Kuhn de las
circunstancias históricas sucesivas que implican posturas contrapuestas en la
elección de los criterios básicos que orientan la investigación científica. Esta sucesión de criterios básicos
sugiere una resolución posterior del planteamiento escéptico y apuntan hacia una solución más amplia. Cuando Kuhn
relata el proceso histórico de alguna rama científica vemos claramente
cómo a lo largo de la historia posturas contrapuestas han ido sucediéndose en
la interpretación de una misma realidad. Como, por ejemplo, en el relato que
hace de estos procesos en La naturaleza
de las revoluciones[17] y repite (más ampliamente y con
detalles nuevos y más específicos) en El
desarrollo de la física[18].
Allí nos explica que la postura de Aristóteles es que las conclusiones
científicas pueden deducirse de axiomas. En el siglo XVII la práctica
científica se había desembarazado de la autoridad de Aristóteles y los
escolásticos, expresadas en términos de esencias, y pudo dedicarse a la
experimentación y observación directa de la naturaleza; es decir, adquirir
datos a través de los sentidos y no de las deducciones mentales[19].
Así la afirmación aristotélica de que, por ejemplo, la piedra cae hacia el
centro de la Tierra porque la impulsa su ‘naturaleza’ se había convertido en
una tautología. Pero en este estado de cosas la mecánica de Newton vuelve a
admitir de nuevo una esencia al interpretar la gravedad como una ‘atracción
innata’. A pesar de que esta formulación tuvo sus resistencias no se pudieron
rechazar las leyes de Newton por lo que a mediados del siglo XVIII ya se había aceptado el concepto de gravedad y este resultado implicó
una vuelta a una visión aristotélica de la realidad (que no debe ser interpretada, en este punto, como un
retroceso). Este cambio de paradigma influyó en la orientación general del
pensamiento y permitió que otros científicos pudieran atribuir fuerzas o
‘virtudes’ innatas a los objetos de su experimentación. Diversos
conceptos teóricos nacidos de esta renovada orientación permitieron a distintos
científicos (electricistas, químicos...) diseñar aparatos y formular explicaciones que respondían a los hechos que se
estaban estudiando, pero que hubieran sido irrealizables e incomprensibles décadas antes. No obstante cuando
Einstein logró explicar las atracciones gravitacionales la ciencia pudo
volver a un conjunto de problemas y normas que se parecen más a los que
imperaban en el siglo XVII antes del desarrollo newtoniano.
Así
pues, por medio de la perspectiva histórica se puede observar cómo puntos de
vista y de interpretación de la realidad básicamente opuestos se van sucediendo
paulatinamente y van aportando al conocimiento elementos de sus respectivas
competencias. Aunque Kuhn desacredita el concepto del desarrollo de la ciencia
como un proceso acumulativo[20],
cabría no obstante preguntarse, desde esta perspectiva, si un concepto
acumulativo más complejo y menos ingenuo que el de los primeros historiadores
de la ciencia, sí daría a la perspectiva histórica la necesaria coherencia y
continuidad a pesar de los saltos revolucionarios y de los cambios de gestalt. El propio Kuhn utiliza los
conceptos y experiencias de la psicología gestalt para decirnos que más allá de
la percepción momentánea de una forma concreta y alternativa, existe un punto
en el que el sujeto puede ver sólo líneas:
«El
sujeto de una demostración de forma (Gestalt)
sabe que su percepción ha cambiado debido a que puede cambiarla en ambos
sentidos repetidamente, mientras sostiene el mismo libro o la misma hoja de
papel en la mano. Dándose cuenta de que no hay nada en su medio ambiente que
haya cambiado, dirige cada vez más su atención no a la figura (pato o conejo)
sino a las líneas del papel que está observando. Finalmente, puede aprender
incluso a ver esas líneas, sin ver ninguna de las figuras y puede decir (lo
que no hubiera podido decir legítimamente antes) que lo que ve realmente son
esas líneas; pero que, alternativamente, las ve como un pato y como
un conejo.» (el subrayado es mío)[21]
Kuhn
aplica posteriormente el concepto de cambio de gestalt a varios ejemplos históricos en los que se producen lo que
él llama un cambio en el concepto del
mundo; pero no parece darse cuenta de la implicación que tiene la
experiencia que describe con la frase: «puede
aprender incluso a ver esas líneas», pues más allá de los cambios sucesivos
que nos muestra la historia estaría el hecho de que siguen existiendo esas líneas. Es decir, desde el paradigma que
propugna la epistemología cibernética[22]
que más abajo veremos, es posible describir los sucesivos cambios que tienen
lugar en el ejemplo puesto más arriba de una concepción clásica de la ciencia
(aristotélica) a una concepción baconiana como cambios de percepción de la
figura del pato a la figura del conejo. Entendamos esta metáfora en el
sentido de que la ciencia clásica y
la ciencia baconiana son formas (gestaltes) que adquiere el proceso del conocimiento a lo largo de
la historia, pero que por debajo de esos cambios es posible ver una pauta
recursiva (la pauta resulta ser
un concepto de epistemología cibernética –recursiva–
sorprendentemente análogo a las líneas
del grafo gestalt pato-conejo) que
señala un nivel epistemológico más profundo y abarcador y desde el cual el
concepto de ciencia acumulativa a más de otros, como los valores en la ciencia
y el papel de la subjetividad y la objetividad, pueden verse desde otra
perspectiva.
Bradford P. Keeney
La
lectura de este texto y otros análogos de Kuhn me ha sugerido que el enfoque
que hace Kuhn de la historia y las reflexiones a que le llevan tal como las
expresa en diferentes textos expuestos en los dos libros que se estudian en
este trabajo tiene una estructura epistemológica específica ya descrita por
Bradford P. Keeney en su obra Estética
del cambio[23]. Esta
estructura que Keeney hace objeto de la que llama epistemología cibernética (epistemología
recursiva a partir de ahora), y que identifica con la teoría de sistemas[24],
pretende sistematizar el proceso de cambio que nos lleva desde una postura a la
que es opuesta o contradictoria con ella y concluye de ello que en la
descripción de la realidad entran, necesariamente, aspectos que a la conciencia ordinaria (podríamos decir
que la ‘conciencia’ que juzga la realidad
según parámetros cartesianos) le parecen opuestos, contrarios o contradictorios
y, por lo tanto, derivan en juicios, enfoques o visiones mutuamente excluyentes
o se refieren a experiencias, percepciones, pensamientos, sensaciones,
etc. asimismo excluyentes e inconmensurables.
Sin
querer entrar, en este momento, en una descripción más exhaustiva de la
propuesta cibernética (recursiva), diré que la idea principal de esta
concepción es que debajo de las corporizaciones
(mentales, físicas, sociales...) con que se nos presenta la realidad,
está el hecho de que esta realidad se presenta siempre como resultado de la interacción entre dos o más opuestos
(contradictorios, contrarios, paradójicos...). Es decir, lo importante
de este punto de vista reside en que no ‘se lanza’ a discutir una postura en
favor de su contraria, ni siquiera enfatiza el hecho de que haya que buscar una
integración, una síntesis, un todo... que
asuma y de cuenta de las distintas posturas enfrentadas, sino que pone el
acento en la necesidad de utilizar una doble descripción para referirse a la realidad. Y lo importante de
esa descripción no es el hecho o los hechos descritos así, sino el hecho mismo
(lingüístico) de que la realidad tenga que ser, necesariamente, descrita como
el resultado del proceso de una pauta
recursiva; es decir, lo importante es esa pauta que alterna entre una descripción y la contraria, no la
descripción en sí misma. No es una pauta
lineal progresiva (una descripción causal indefinida), sino una pauta que vuelve sobre sí misma (no
exactamente de una manera circular, aunque la idea de círculo nos sirva para
aclarar lo que se quiere decir). Es el hecho
informativo –de que la realidad procede mediante un proceso interactivo– el
que nos permite ir más allá de las posturas corporizadas
de ese proceso interactivo en uno u otro extremo del mismo y apelar a un
substrato más abarcador.
De esta manera los hechos objetivos y los hechos
subjetivos, los valores epistémicos[25] y no epistémicos etc. son realidades dadas que están en continua
interacción. Desde la perspectiva de la epistemología
recursiva importa, y mucho, el hecho de desarrollar una postura (un
lenguaje, una comprensión...) que nos
permita ver y tener en cuenta esa
interacción[26]; pero lo
importante es comprender la pauta
interactiva general. Comprendiendo esta pauta
interactiva general de toda la realidad podremos entender que, en un
momento dado, nuestro trabajo se centre en
la investigación de los valores epistémicos para diferenciarlos de los valores no epistémicos y para circunscribir
su ámbito de aplicación; pero lo que no podremos perder de vista es que esa es
una investigación parcial y momentánea, no podremos desechar indefinidamente
los valores no epistémicos como si no tuvieran nada que ver con el objeto de
nuestra investigación. Necesariamente la investigación de unos y otros valores
forma parte de la misma investigación de la realidad tal como se nos presenta,
en la que no se puede prescindir de ninguno de los supuestos. Uno de los actos
fundamentales del quehacer epistemológico, tal como afirma Keeney (1995), es
establecer una distinción, pues es a partir de ese acto que hacemos
epistemología. Pero al establecer esa distinción no debemos olvidar que la
hemos establecido; es decir, no debemos olvidar las diferentes partes,
conceptos o circunstancias que han surgido al establecer esa distinción.
Según
esta postura (me atrevería a añadir) la epoje
y la ataraxia serían un paso
necesario para pasar de un primer nivel epistemológico en el que las categorías
se refieren a conceptos o juicios derivados de la descripción de acciones o
datos simples de los sentidos, a otro nivel más abarcador en el que las
categorías se refieran a conceptos o juicios derivados de la descripción de la
interacción entre esos datos o acciones simples (niveles que describe la
epistemología cibernética). Tal como lo veo y a lo que me refiero
específicamente a continuación –aunque esto habría de ser objeto de un estudio
más profundo e informado en el futuro–, es
que, por ejemplo, los realistas concluyen sobre la existencia real
independiente de nuestros sentidos de
los objetos que nos rodean en base a la percepción inmediata continua y
persistente en el tiempo y en el espacio, que tienen de los mismos;
mientras que los nominalistas niegan esa realidad en base a la atribución de la
existencia de los objetos a las representaciones que de ellos tenemos en la
mente (es un análisis muy simple, pero suficiente para entender lo que quiero
decir). Según la posición escéptica de Empírico de estas consideraciones se
seguiría la epoje y como consecuencia
de ella la ataraxia y aquí concluiría
la posición escéptica. Pero es posible ver ese proceso que va de la epoje a la ataraxia como el paso necesario
para entender el cambio de una epistemología cibernética del primer nivel que
describe las acciones o los datos simples de los sentidos a un segundo nivel en
que la epistemología nos refiere la interacción recursiva entre distintos
órdenes de acciones o datos simples del primer nivel.
Conclusiones
Para
entender cómo la realidad puede ser (es) al mismo tiempo ‘nominalista’ y
‘realista’ o cómo es posible entender la interacción profunda de los elementos
subjetivos y objetivos en la elección de una teoría o de los valores
epistémicos y no epistémicos en el desarrollo científico, es necesario
‘suspender el juicio’ sobre una u otra postura al respecto y llegar a la
‘serenidad de espíritu’ que nos permita:
1) suspender nuestra inclinación
emocional (subjetiva por muy objetivo que sea el hecho que estamos observando) hacia uno u otro de los supuestos.
Esta ‘suspensión’ de la inclinación emocional nos permitirá ‘ver’ el supuesto contrario no sólo como un
supuesto al que debemos combatir a toda costa para defender el nuestro y
demostrar el error del contrario, sino como un hecho tan significativo como el
nuestro en la descripción de la realidad y al que podemos comprender en toda su
dimensión si en vez de una actitud de rechazo y distanciamiento adoptamos una
actitud de aproximación e identificación con el mismo (otro aspecto del mismo
problema es la separación artificial entre el observador y el objeto observado
y a este respecto la postura contraria a esta separación a lo largo de la
historia que describe Fox Keller, 1985). Este paso por la filosofía escéptica
tendría así un sentido en el proceso de construcción de una realidad más
abarcadora tal como lo describe el segundo nivel de la epistemología
cibernética o epistemología de la doble descripción.
Por
otra parte en los mencionados artículos y en otras partes de su obra Kuhn
describe la interdependencia tan estrecha que existe
entre la teoría y la práctica (que podríamos referenciar, según el párrafo
anterior, como posiciones aristotélicas y posiciones baconianas).
y
2) a proponer una que podemos llamar, utilizando el concepto y la denominación
de S. Empírico, ataraxia; pero no como consecuencia de la
suspensión a priori del juicio sobre
la naturaleza de la realidad no aceptando la certeza dogmática de juicios
opuestos, sino a posteriori de haber
contemplado esos juicios opuestos y haber definido que las oposiciones en una
contradicción son ambas ciertas.
Bibliografía
Fox Keller, E. Reflexiones sobre Genero y ciencia.
1985 (tr. 1989). Ed. Alfons el
Magnànim. Valencia.
Kuhn, Th. S. (1962, tr. 1971). La
estructura de las revoluciones científicas. Ed. F.C.E. México.
Kuhn, Th. S. (1977, tr. 1982). Objetividad,
juicios de valor y elección de teoría, en La tensión
esencial. Ed. Fondo de Cultura Económica. México.
Sexto Empírico. (1993). Esbozos pirrónicos. Ed. Gredos. Madrid.
[1] Ataraxia: serenidad de
juicio. Epoje: suspensión del juicio.
[2] Sexto Empírico: Esbozos pirrónicos, 1993. Ed. Gredos. pp. 53, 54.
[3] ibid. p. 52.
[4] ibid. p. 94.
[5] Thomas S. Kuhn, La
estructura de las revoluciones científicas, p. 13.
[6] ibid. p. 24.
[7] Sexto Empírico:
Esbozos pirrónicos, 1993. p. 90.
[8] ibid. p. 64.
[9] Thomas S. Kuhn, La
estructura de las revoluciones científicas, p. 25
[10] Tomas S. Kuhn. Objetividad, juicios de
valor y elección de teoría, p. 348 en La tensión esencial.
[11] ibid. p. 349.
[12] Sexto Empírico:
Esbozos pirrónicos, p. 77.
[13] ibid. p. 81.
[14] ibid. p. 87 y 88
[15] ibid. p. 89.
[16] Thomas S. Kuhn, La
estructura de las revoluciones científicas, p. 349.
[17] Ibid. cap. IX pp. 149-175.
[18] Thomas S. Kuhn. La tensión esencial. cap. III, pp. 56-90.
[19] En El desarrollo de la física Kuhn introduce algunas sutilezas acerca de lo que significaba el
experimento para Aristóteles y de lo que significó para los baconianos, así
como respecto al desarrollo de instrumentos de experimentación y
medición más precisos en el s. XVII; pero son irrelevantes para el propósito de
este estudio.
[20] P.e.: Thomas S. Kuhn, La
estructura de las revoluciones científicas, p. 172.
[21] ibid. p. 180.
[22] A la que yo preferiría llamar epistemología
de la doble descripción o epistemología
recursiva dadas las actitudes de reserva y rechazo que el vocablo
‘cibernética’ despierta en muchos ambientes.
[23] Bradford P. Keeney. Estética del cambio. 1983
(tt.? 1994*). Ed. Paidós. * la fecha es de la segunda reimpresión en España. El libro
no trae otro dato.
[24] La Teoría de sistemas
tiene numerosos cultivadores en la actualidad tal como se puede desprender del
texto y la bibliografía de la obra mencionada en la nota anterior. Hasta donde
llega mi información el más acreditado iniciador actual de este enfoque de la
realidad es Ludwig von Bertalanffy que en su obra Perspectivas en la teoría general de sistemas nos explica que:
«...las ‘leyes sistémicas’ se manifiestan como analogías u ‘homologías lógicas’
entre leyes que siendo formalmente idénticas pertenecen a fenómenos distintos o
aparecen en disciplinas diferentes.» p. 142. Más adelante afirma: «La teoría
general de sistemas es, por tanto, la exploración científica de ‘todos’ y
‘totalidades’, que, no hace mucho tiempo atrás, se consideraban nociones
metafísicas ajenas a la ciencia. Nuevas concepciones, modelos y campos
matemáticos han surgido con el fin de estudiarlos» p. 145.
[25] Valores cognitivos que intervienen en los procesos de decisión
relativos a la evaluación de conocimientos.
[26] Lo cual es
la definición de campo en la Física: “...las fuerzas entre los objetos
pueden describirse por los efectos de los ‘campos’ [...] los campos pueden
describirse en términos de intercambio de partículas que transfieren el momento
y la energía entre los objetos. De esta forma, los objetos interaccionan
cuando emiten y absorben las partículas
intercambiadas.” [lo subrayado es mío]. Wikipedia: “Teoría del campo unificado”. Asimismo esta mirada corresponde al concepto de campo y de self en la terapia gestalt. [Nota añadida
en 2013]
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